Datos personales

miércoles, 19 de abril de 2017

(Atribuido a Borges. Autor: Gustavo Alejandro Castiñeiras. Nombre original: Poema de un Recuerdo) 

Dime por favor donde no estás 
en qué lugar puedo no ser tu ausencia 
dónde puedo vivir sin recordarte, 
y dónde recordar, sin que me duela. 

Dime por favor en que vacío, 
no está tu sombra llenando los centros; 
dónde mi soledad es ella misma, 
y no el sentir que tú te encuentras lejos. 

Dime por favor por qué camino, 
podré yo caminar, sin ser tu huella; 
dónde podré correr no por buscarte, 
y dónde descanzar de mi tristeza. 

Dime por favor cuál es la noche, 
que no tiene el color de tu mirada; 
cuál es el sol, que tiene luz tan solo, 
y no la sensación de que me llamas. 

Dime por favor donde hay un mar, 
que no susurre a mis oídos tus palabras. 

Dime por favor en qué rincón, 
nadie podrá ver mi tristeza; 
dime cuál es el hueco de mi almohada, 
que no tiene apoyada tu cabeza. 

Dime por favor cuál es la noche, 
en que vendrás, para velar tu sueño; 
que no puedo vivir, porque te extraño; 
y que no puedo morir, porque te quiero.

lunes, 17 de abril de 2017

Un firmamento sin estrellas

Elevó mi mirada al cielo tratando de encontrar una señal
pero en cambio me devuelve la mirada un oscuro vacío
que ha perdido todo rastro de su luz y su belleza
que me envuelve con el manto helado de la incertidumbre
aumentando la tristeza que me ha devastado el espíritu.
¿Por qué no hay nadie que me entregue las respuestas que necesito?
La oscuridad absorbe cada resquicio diminuto de esperanza
que hubiera podido acoger en lo más profundo de mis emociones
un eco lejano resuena en las paredes de mis pensamientos
donde la razón se ha desvanecido ya.
No encuentro estrellas en el firmamento
pues hasta él se puso de luto para hacerme compañía
mis noches se volverán un tormento que se desliza hacia la eternidad
amenazando con encadenarme para siempre
en un pozo en donde nunca podre ver el amanecer.

domingo, 16 de abril de 2017


Llega el invierno. Espléndido dictado 
me dan las lentas hojas 
vestidas de silencio y amarillo. 

Soy un libro de nieve, 
una espaciosa mano, una pradera, 
un círculo que espera, 
pertenezco a la tierra y a su invierno. 

Creció el rumor del mundo en el follaje, 
ardió después el trigo constelado 
por flores rojas como quemaduras, 
luego llegó el otoño a establecer 
la escritura del vino: 
todo pasó, fue cielo pasajero 
la copa del estío, 
y se apagó la nube navegante. 

Yo esperé en el balcón tan enlutado, 
como ayer con las yedras de mi infancia, 
que la tierra extendiera 
sus alas en mi amor deshabitado. 

Yo supe que la rosa caería 
y el hueso del durazno transitorio 
volvería a dormir y a germinar: 
y me embriagué con la copa del aire 
hasta que todo el mar se hizo nocturno
y el arrebol se convirtió en ceniza. 

La tierra vive ahora 
tranquilizando su interrogatorio, 
extendida la piel de su silencio. 

Yo vuelvo a ser ahora 
el taciturno que llegó de lejos 
envuelto en lluvia fría y en campanas: 
debo a la muerte pura de la tierra 
la voluntad de mis germinaciones.

miércoles, 5 de abril de 2017

Lovers go home

Ahora que empecé el día
volviendo a tu mirada
y me encontraste bien
y te encontré más linda
ahora que por fin
está bastante claro
dónde estás y dónde
estoy
sé por primera vez
que tendré fuerzas
para construir contigo
una amistad tan piola
que del vecino
territorio del amor
ese desesperado
empezarán a mirarnos
con envidia
y acabarán organizando
excursiones
para venir a preguntarnos
cómo hicimos.

martes, 4 de abril de 2017

Ayer Y Hoy

Tu paso, como una sombra,
era difícil de seguir,
y al perderte en una esquina
sólo quedaba en mí, como en la calle,
un vago sentimiento de vacío.

Tu cimbreo, tu cintura
me estremecían
y el jardín parecía tener más rosas
y el verano calor,
pues en mis labios de niño aún no había
la palabra que define al amor.

La edad nos separaba,
como a dos cuerpos,
no de tamaños distintos,
sino de espacios diferentes.

Y mis manos asiéndote,
mis brazos abarcándote,
no podían asirte,
no podían alcanzar tu cuerpo, tu mirada.

DEJA UN COMENTARIO SI TE GUSTO... ;) 


lunes, 3 de abril de 2017

Jorge Luis Borges

Las causas

Los ponientes y las generaciones. 
Los días y ninguno fue el primero. 
La frescura del agua en la garganta 
de Adán. El ordenado Paraíso. 
El ojo descifrando la tiniebla. 
El amor de los lobos en el alba. 
La palabra. El hexámetro. El espejo. 
La Torre de Babel y la soberbia. 
La luna que miraban los caldeos. 
Las arenas innúmeras del Ganges. 
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña. 
Las manzanas de oro de las islas. 
Los pasos del errante laberinto. 
El infinito lienzo de Penélope. 
El tiempo circular de los estoicos. 
La moneda en la boca del que ha muerto. 
El peso de la espada en la balanza. 
Cada gota de agua en la clepsidra. 
Las águilas, los fastos, las legiones. 
César en la mañana de Farsalia. 
La sombra de las cruces en la tierra. 
El ajedrez y el álgebra del persa. 
Los rastros de las largas migraciones. 
La conquista de reinos por la espada. 
La brújula incesante. El mar abierto. 
El eco del reloj en la memoria. 
El rey ajusticiado por el hacha. 
El polvo incalculable que fue ejércitos. 
La voz del ruiseñor en Dinamarca. 
La escrupulosa línea del calígrafo. 
El rostro del suicida en el espejo. 
El naipe del tahúr. El oro ávido. 
Las formas de la nube en el desierto. 
Cada arabesco del calidoscopio. 
Cada remordimiento y cada lágrima. 
Se precisaron todas esas cosas 
para que nuestras manos se encontraran... <3 hR 

Jorge Luis Borges

El reloj de arena



Está bien que se mida con la dura 
Sombra que una columna en el estío 
Arroja o con el agua de aquel río 
En que Heráclito vio nuestra locura 

El tiempo, ya que al tiempo y al destino 
Se parecen los dos: la imponderable 
Sombra diurna y el curso irrevocable 
Del agua que prosigue su camino. 

Está bien, pero el tiempo en los desiertos 
Otra substancia halló, suave y pesada, 
Que parece haber sido imaginada 
Para medir el tiempo de los muertos. 

Surge así el alegórico instrumento 
De los grabados de los diccionarios, 
La pieza que los grises anticuarios 
Relegarán al mundo ceniciento 

Del alfil desparejo, de la espada 
Inerme, del borroso telescopio, 
Del sándalo mordido por el opio 
Del polvo, del azar y de la nada. 

¿Quién no se ha demorado ante el severo 
Y tétrico instrumento que acompaña 
En la diestra del dios a la guadaña 
Y cuyas líneas repitió Durero? 

Por el ápice abierto el cono inverso 
Deja caer la cautelosa arena, 
Oro gradual que se desprende y llena 
El cóncavo cristal de su universo. 

Hay un agrado en observar la arcana 
Arena que resbala y que declina 
Y, a punto de caer, se arremolina 
Con una prisa que es del todo humana.

La arena de los ciclos es la misma 
E infinita es la historia de la arena; 
Así, bajo tus dichas o tu pena, 
La invulnerable eternidad se abisma. 

No se detiene nunca la caída 
Yo me desangro, no el cristal. El rito 
De decantar la arena es infinito 
Y con la arena se nos va la vida. 

En los minutos de la arena creo 
Sentir el tiempo cósmico: la historia 
Que encierra en sus espejos la memoria 
O que ha disuelto el mágico Leteo. 

El pilar de humo y el pilar de fuego, 
Cartago y Roma y su apretada guerra, 
Simón Mago, los siete pies de tierra 
Que el rey sajón ofrece al rey noruego, 

Todo lo arrastra y pierde este incansable 
Hilo sutil de arena numerosa. 
No he de salvarme yo, fortuita cosa 
De tiempo, que es materia deleznable.⧪